PROTECT YOUR DNA WITH QUANTUM TECHNOLOGY
Orgo-Life the new way to the future Advertising by AdpathwayEn estos tiempos modernos extraños pareciera que la justicia está hecha para servirse con una cuchara grande, en lugar de llegar a acuerdos entre pares a través de su ejercicio virtuoso.
La justicia, según Aristóteles en su Ética Nicomáquea, es una virtud, la cual puede ser distributiva (por méritos) y correctiva (para reparar un desequilibrio preexistente). Sin embargo, nos encontramos en tiempos en los cuales el discurso de justicia (reparación, reparación emocional, equidad, derechos…) está muy presente en los espacios sociales y laborales en los que la balanza parece haberse deslizado y así la justicia correctiva parece estar primando sobre la distributiva, y cada vez parecen importar menos los méritos, sino algo parecido a una “justicia porque ahora me toca a mí”. Esto puede suceder en lo laboral y en lo social, porque un trabajador abusa de un jefe apelando a la idea de justicia correctiva que se ha popularizado sin matices. Otro caso es contemplarlo desde el ámbito del deseo, cuando quiero algo que deseo (no necesito), pero como no lo puedo obtener, es injusto. En ambos se están moviendo un fenómeno complejo donde lo ético se mezcla con lo inconsciente, lo social con lo clínico, que nos invita a revisarlo desde el psicoanálisis.
En el área de lo inconsciente existen muchos reclamos que se tratan de una repetición de conflictos no elaborados. Es muy evidente ver esto desde la manifestación de estos conflictos. Cuando la búsqueda de justicia aparece desproporcionada, intensa, sobre uno mismo, se trata de un síntoma; es decir, algo relacionado con una deuda antigua desde la historia personal. Aquí es donde podemos observar que las heridas inconscientes son más comunes de lo que los seres humanos quieren reconocer y que nos persiguen en muchas de nuestras labores. Para entender con más profundidad lo que sucede, es necesario recordar los descubrimientos de Freud sobre la transferencia y la formación reactiva. La transferencia nos permite saber que los conflictos no se construyen desde los personajes reales, sino a partir de una trama inconsciente donde se actualizan figuras parentales, ideales inalcanzables y deseos prohibidos. En cuanto a la formación reactiva “consiste en reemplazar un impulso inaceptable por su opuesto, exagerando este último como una manera de mantener el primero alejado del acceso consciente”. La suma de estos podría dar cuenta de cómo el supuesto reclamo ético es, sobre todo, una defensa frente a deseos prohibidos: “Yo no quiero el poder (inconscientemente sí), por eso exijo constantemente que nadie lo abuse.
Si vamos más allá, desde Lacan existe un cierto “goce” en la posición de víctima. En su seminario XVII afirma: “El discurso de la víctima no deja lugar al deseo, porque lo único que quiere es que el Otro pague”. Aquí podemos ver la gravedad de lo que sucede en los gobiernos que invitan a la radicalización y al encono, no están despertando una conciencia social de un trabajo, sino más bien despertando heridas inconscientes que hacen creer que se puede existir sin límites, fortaleciendo la idea de que se está del lado del bien y, por tanto, reafirmarse en su posición sin escuchar la visión de otros y descalificando todo lo que no adhiera a su discurso. Esta es una forma de ataque al pensamiento (a la actividad de pensar), como lo diría Wilfred Bion.
Esto genera una parálisis en la autoridad, pues se tiene miedo a ser colocada en una posición de abuso, y esto mismo pervierte lo que sería entonces la justicia, porque no se está pensando en los hechos, sino en las emociones que podría levantar y el miedo de que eso podría desgastar de la autoridad misma. Del lado de la víctima, se establece un círculo vicioso sin fin que busca solamente la revancha sobre el otro, no se trata ya de lo que se obtiene en términos de justicia correctiva, sino que se trata de que ese otro pague, y de un modo inconsciente de que ese otro “me pague”.
Es necesario recuperar la justicia como virtud, que contenga contexto y proporcionalidad. De lo contrario, es que no será posible un problema un dialogo horizontal y el conflicto pasa no a lo que es justicia, sino más bien una revancha… Ahora me toca a mí.
Porque, al final, como lo describe la Real Academia de la Lengua, la justicia se trata de un principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente. Vivir de la revancha no es una manera honesta de vivir.