Con disfraces, frases célebres y mucho cariño, una familia peruana organizó un funeral temático en honor a un hombre que dedicó gran parte de su vida a imitar a Jaimito el Cartero, uno de los personajes más queridos de El Chavo del Ocho.

Los asistentes llegaron caracterizados como El Chavo, La Chilindrina, Don Ramón y otros personajes de la vecindad, en un adiós poco convencional, pero profundamente simbólico.

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Este tipo de homenajes, aunque inusuales, reflejan el peso que tiene El Chavo del Ocho en países como Perú, Bolivia, Colombia y gran parte de Centroamérica.

Desde su estreno en 1971, la serie de Roberto Gómez Bolaños no solo entretuvo: formó parte del tejido cultural de la región. Sus personajes representan valores como la humildad, la amistad y la solidaridad en medio de la adversidad.

El velorio, que se hizo viral en redes sociales, fue también un testimonio del impacto duradero de Chespirito, un autor que supo retratar lo cotidiano con ternura y humor. Coincidentemente, el evento ocurrió a la par del estreno de Chespirito: Sin querer queriendo, la nueva bioserie disponible en Max que explora la vida del comediante desde una perspectiva más íntima y estilizada.

Aunque la serie tiene sus méritos, fue este funeral el que demostró que los personajes de Bolaños siguen vivos en el afecto popular. Jaimito logró, incluso en su partida, evitar la fatiga... y dejar una sonrisa.