Francamente que sería fantástico un triunfo de la Selección Mexicana en el marco de la Copa de Oro de la Concacaf, sobre todo por nuestros muy atribulados y golpeados paisanos, quienes han sido, a lo largo de las últimas décadas, incondicionales, a pesar de que las satisfacciones futboleras han sido superadas por las decepciones, y es que, más que

nada, les duele hasta la médula perder ante el equipo de las barras y las estrellas.

Seguramente el lleno en el NRG Stadium de Houston, Texas, será color verde, los más de 72 mil aficionados serán, en un amplio porcentaje, de origen mexicano. Me atrevo a vaticinar que los aficionados del equipo local no serán más allá de 20 por ciento; en otras palabras, los nuestros jugarán de locales.

Mencionaba que el triunfo, más que deportivo, en estos muy complejos momentos, debe ser un aliciente moral para los nuestros, que en semanas recientes han sido golpeados, literalmente, como si se tratara de delincuentes, cuando en la inmensa mayoría de los casos, se trata de personas de bien que, ante la falta de oportunidades en nuestro país, han emigrado, casi siempre indocumentados, para trabajar, como pocos allá lo harían. Son millones de héroes anónimos, que proveen a sus familias de este lado de la frontera de recursos económicos, gracias a que se parten el alma en trabajos que los locales no están dispuestos a aceptar. Todos tenemos casos cercanos de paisanos que han emigrado, que han pasado momentos muy complejos persiguiendo un sueño, más que el american dream, el sueño de proveer a los suyos de un mejor futuro, aceptando vejaciones, discriminaciones y una serie de insultos, con la cabeza y el espíritu en alto, pues sólo quieren trabajar honestamente.

Las duras políticas antiinmigrantes en tiempos recientes los ha llevado a ser ultrajados, golpeados y, sobre todo, maltratados, como si se tratase de un cáncer social, algo muy diferente a la clase trabajadora que tanto contribuye a la economía estadunidense.

Tienen miedo, los persiguen, pero, a pesar de ello, se enorgullecen de sus representativos, como esta tarde en la que deseo salgan celebrando, para así paliar el muy triste momento actual.

Espero que los muchachos de Javier Aguirre salgan con todo a ganar, por nuestros paisanos, por los millones, que se estiman en casi 40, muchos de ellos de varias generaciones, como es el caso del delantero rival, Diego Luna, homónimo de nuestro gran artista de cine, que curiosamente apenas hace unos días, en uno de los programas de mayor audiencia en la TV del vecino país del norte, lanzó un maravilloso discurso en defensa de nuestros paisanos.

Por ellos.

¡Vamos muchachos!